miércoles, 5 de diciembre de 2012

Distancia. Sergio Ramírez.




75min. HDV. Guatemala. 2011

Encuentro que Sergio Ramírez posee anticipadamente esa habilidad de narrador viejo, con maña. Logró una historia limpia y emotiva, con su Opera Prima cuando lo más fácil hubiera sido optar por los recovecos del cliché. Un padre que fue separado de su hija por la guerra y que veinte años después la reencuentra, a través de un camino que le toma cinco días Aquí se separa de lo obvio y da luces de su brillantez: El hombre, interpretado magistralmente por Carlos Escalante, lleva consigo el registro todo lo que ocurrió durante  la ausencia  en un cuaderno. Con él, la esperanza de recuperar lo perdido, como un miembro que vuelve a su cuerpo y que en ausencia duele. Las crónicas de ese cuaderno, son contadas con toda la honestidad e inocencia de un puño que a penas puede dibujar cada palabra,  a modo de bálsamo para curar las propias heridas y las de la hija, cuando le entregue el cuaderno. 
El tema de la paternidad parece circundar el cine guatemalteco como un registro subyacente. Este film, sostiene en este tema, un vaso comunicante con Polvo, de Julio Hernández, donde el mismo abismo es retratado desde la orilla contraria, a través del hijo del ausente. 
Aquí conviene señalar la fortaleza de Distancia, donde el tema de la separación, las diferencias étnicas, políticas, incluso la guerra, no son parte de un discurso fosilizado de reivindicación, sino de una reconstrucción, o más bien de una recuperación de lo perdido, como si se tratara de una imagen cercenada que intenta recuperar sus piezas para mostrar toda su belleza y estallar en luz, en la montañas donde sólo los pájaros violentan el espacio sonoro. 
Las tomas del paisaje abierto, de los gestos de Tomás Choc, cuyo silencio en algunos momentos es una dulce forma de resistencia, son pequeños tesoros que afloran en la película. Y aquí uno encuentra que esa distancia es salvada, junto al personaje, sin la actitud de condescendencia o buscando la lástima. Más  bien, lo que intentan es a punta de ternura, atravesar los muros que nos separan, como un Berlín absoluto que no cede, pero que tarde o temprano terminará fisurándose para dar paso a la vida, con la determinación de un hombre, dispuesto a recorrer el mundo por un caudal a contracorriente, con tal de hacer llegar su amor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario